viernes, 28 de febrero de 2020

Vivir con pocos recursos económicos

Esta entrada del blog es para recordar mis orígenes. Tras leer una entrada del blog la hormiga capitalista https://lahormigacapitalista.com/finanzas-personales-pobres/  no he podido resistirme a escribir con todo mi cariño como ha sido mi infancia.

Vivir con pocos recursos económicos


Cuando pienso en tiempos pasados me doy cuenta de lo afortunados que somos hoy en día
ya que la mayoría de personas disponemos de un sueldo (o dos) en la unidad familiar, podemos darles estudios a nuestros hijos/as, tenemos vehículo, móvil, internet, ropa y calzado,... y la lista sigue y sigue para nuestras comodidades y nuestro bienestar. Pero, ¿cómo se organizaban antes si habían menos recursos??? Os voy a hablar de mi infancia.

Yo vengo de una familia muy muy humilde. Mis abuelos paternos criaban conejos, gallinas, tenían un poco de huerto para plantar y cosechar tomates, lechugas, naranjas, limones, pimientos, berenjenas, uva, un nogal con nueces, maíz para hacer palomitas en la sartén vieja que tenía mi abuela y que mi padre taladró para hacer las mejores palomitas del mundo. Y aquellas exquisitas fresas, mmmm  ¡qué sabor tenían!!! Un día me puse entre las matas y empecé a comer fresas y me quedé al final durmiendo fresquita por la sombra de las plantas. Según mi madre tendría 3-4 años. El susto que les dí fue tremendo  porque no me encontraban pero cuando lo hicieron no paraban de reírse. Me había comido un montón de fresas, así que de hambre no me iba a morir ;-) 

Anécdotas tengo un montón: Recuerdo que nos dieron en una boda de regalo/detalle a los críos un pato y un pollo. Ese día mi padre puso al pollito en la cocina y al pato en la bañera. Toda la noche pio-pio y cuac-cuac. Al día siguiente marchamos con el pollo y el pato a la caseta de mis abuelos y nos juntamos un montón de primas porque yo era hija única pero en casa de mis tíos habían 2-3-4 hijos/as. Así que imaginaros el festín que tuvo que ser esa noche con tres patos y tres pollos. Y los que eran cuatro fueron los primeros en llegar a la caseta de mis abuelos. jajajajaja. Mi abuelo construyó una balsa que después fue para las nietas y allí estaban estupendamente los patos. Jugábamos con los patitos y los pollos y mi tío empezó a criar también conejos. Algunos les teníamos que dar el alimento con un bibe; lo que no sabíamos las peques es que conforme crecían iban desapareciendo los patitos, conejos y pollos. A cambio comíamos unas paellas riquísimas de verduras con carne. No hace falta que explique más ¿verdad?

En la casa de mis abuelos no había dinero, ni riqueza, ni bienes pero recuerdo que éramos felices. Muy felices. Porque un domingo mis abuelos hacían paella con un conejo y un pollo y las verduras del campo. Y recuerdo como juntaban a sus hijos, sus nietas, e incluso los vecinos. Cada uno llevábamos algo y con armonía y alegría nos sentábamos todos a comer. Primero nos ponían el plato a los peques y nos lo comíamos todo. No separábamos como hacen hoy nuestros niños y jóvenes. Bachoqueta no, garrofón tampoco,... más que comer parece que sean gallinas seleccionando lo que quieren y lo que no. En una mesita estábamos los peques y en la mesa grande los mayores. Recuerdo como preparaban el porrón con la cerveza y la gaseosa, o la zurra con los trozos de fruta . Mientras nosotros teníamos nuestra botella de coca-cola porque era domingo. Los demás días tocaba agua.
De postre: mandarinas, naranjas, melones, sandias, ¿os he dicho lo buenas que estaban las fresas que plantaba mi abuelo? 

Después venía el café, cortados, infusiones,... y por último no podía faltar el dulce. Tartas hechas en casa, flanes naturales, tarta de la abuela hecha con galletas mojadas en café combinada con capas de natillas y espolvoreadas al final con coco mmmmmm,   rosquillas de anís, magdalenas caseras, cocas,.... y la lista sigue y sigue porque así como mis abuelos ponían la carne, otros el aceite de sus olivos, otros el coñac, otros el dulce, mermeladas de sus frutas,... 
Por la noche la luz venía de las baterías que se habían cargado con las placas solares y de un generador de luz. La nevera funcionaba con una bombona de gas y cuando empezaba a pitar recuerdo como se ponían todos nerviosos para tener otra bombona de gas llena y cambiarla rápidamente. El agua era de pozo y llenábamos con ella dos depósitos y la balsa grande que en verano encalábamos para bañarnos. Y esa agua era la que utilizábamos para regar el campo. Y la calefacción era las ramas y troncos en la chimenea. Mmmmm que agustito se estaba oyendo el crujir de las ascuas, y cuando te ponías cerca de la chimenea para que se te calentaran los riñones..... qué sensación!!!!
Todo el día estaba sonando la radio. Mi padre hizo una instalación de altavoces y con una radio de coche formábamos una gran fiesta. Manolo Escobar, los Chichos, Julio Iglesias, Nino Bravo,....

Para cocinar teníamos una cocina de gas de estas que son toda una pieza pero lo que más utilizábamos era la leña de los árboles en la chimenea en invierno y en verano al aire libre. La comida a leña es especial. El sabor es incomparable. Y allí al solecito se ponía un bidón de metal cortado y con una chapa y tres hierros soldados salían esas estupendas paellas, los mejores gazpachos manchegos que he comido, patatas asadas, torrás de embutidos,.... y un largo etc. Y para los cocineros mi padre ponía unas sombrillas y una mesita para dejar un buen aperitivo. Había que cuidarlos como ellos nos cuidaban a nosotros. Y no penséis que cocinaban sólo las mujeres, mi tío hace las mejores paellas. Todos colaborábamos. 

Después tocaba la partida de dominó o de las cartas, bingo. Mi tío limpiaba antes la paella y la untaba con aceite para que no se oxidara. Mientras en la cocina se lavaban los platos y cubiertos y se ponían en el escurridor. Listos para otro convite. Porque aquello no eran comidas y cenas. Aquello eran celebraciones, reuniones de familiares y de amigos entre risas y bromas. Y los peques con una simple pelota, una cuerda, una balsa,... lo pasábamos estupendamente. 

Me encantaría retroceder en el tiempo y verlo todo de nuevo. Como desde la humildad de los diferentes vecinos, de mi casa y de la de mis tíos aportaba cada uno su especialidad. Y ese granito de arena se convertía en una montaña, para crear unos domingos inolvidables. No hacía falta un gran presupuesto, ni lujosas vajillas, ni menús elaboradísimos. Sólo hacía falta ilusión, tranquilidad y dejarte envolver por la alegría y sobre todo el cariño que todos ponían en hacer las cosas bien.

Desde aquí felicitar a toda mi familia porque soy lo que soy gracias a ellos y los recuerdos que tengo son magníficos!!! Y respecto al tema financiero... me doy cuenta que ahora todo ha cambiado, ¿para mejor???.... (me guardo mi respuesta, elije la tuya)

Foto propia. 

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